O una pesadilla llamada Bitcoin

Probablemente nunca olvide el día en que conocí a un vampiro. Era de día, estaba claro, había sol. El vampiro, que no esfumaba con la luz, nos contaba a Socorro Velázquez y a mí, sus andanzas nocturnas. Llevaba una doble vida. En ésta, más mundana y aburrida, trabajaba en el área de tecnología de una administración tributaria de un país miembro del CIAT. En su otra vida, su trabajo era como DJ en clubes nocturnos donde iba gente VIP y otros vampiros. Esa segunda vida ocurría en un mundo distinto de este, en un mundo virtual, llamado Second Life. Por su trabajo como DJ recibía propinas de los asistentes. Las propinas se hacían en dinero virtual. Con dinero virtual se podían comprar bienes y servicios virtuales, por ejemplo: “sangre virtual para vampiros virtuales”.

Quien ya jugó monopolio puede fácilmente imaginar que, dentro del juego, hay terrenos, casas y hoteles, que se compran, alquilan y venden con dinero de “mentira” que es administrado por un banco. No es una cosa seria. Aunque algunas tarjetas de esas que lo mismo lo hacen perder un turno o le informan que: “el auditor fiscal pasó por ahí, pague 200”, a nadie se le ocurriría que una administración tributaria debería preocuparse por esas ganancias. Ni siquiera cuando alguien que había comprado una propiedad en 100 la vendía luego en 200. Cuando chico alguna vez ocurrió que, por ejemplo, alguien intercambiara un chocolate de verdad por dinero del juego necesario para levantar un hotel. También alguna vez la chica más linda del grupo consiguió no pagar el alquiler a cambio de un inocente beso en la mejilla, pero eso es otra cosa.

Pues, un tiempo después descubrí que, con alguna frecuencia, como aquella anécdota el del chocolate, el dinero en Second Life, llamado Linden Dollar, podía utilizarse para obtener bienes y servicios a veces no tan virtuales. Por otra parte, es frecuente, que en varios juegos se pueda comprar con dinero de este mundo, dinero virtual para jugar o jugar más en aquel mundo lúdico. Pero bueno, son juegos, no es un tema para ponerse serio.

Pero que pasaría cuando las siguientes preguntas se respondan con un rotundo sí: ¿las personas compran y venden bienes y prestan servicios virtuales? ¿y si tienen ganancias significativas de dinero virtual? ¿y si compran y venden bienes y servicios reales con dinero de mentira? ¿y si simplemente se cambia dinero de mentira por dinero de verdad a un tasa establecida por el mercado de manera que las ganancias del mundo virtual se convierten en ganancias del mundo real?

¿Y si hay miles o millones de vampiros haciendo lo mismo y un proveedor de sangre virtual o alguna otra cosa hace realmente mucho dinero de verdad? Pues, entonces alguien dirá: las ganancias, una vez convertidas en dinero real son ganancias. Me pregunto si alguien estará pensando ya en un IVA virtual, Como sea, si llegase a ser un problema y es necesario controlar uno diría que hay que hablar con el administrador del juego para obtener información de las cuentas. Al final tiene que haber un “hombre en el medio” que valide que ese dinero virtual existe y no fue inventado o falsificado, y que puede aparear un usuario en el mundo virtual y su cuenta con una persona de este mundo. Ese administrador lleva el registro de las transacciones que hace que ese dinero cambie de mano, actúa de alguna manera como un banco centralizador de transacciones. Por otra parte, sin ese hombre en el medio, ¿sería viable la emisión inorgánica de dinero virtual?. Si cualesquiera personas inventan dinero en cantidades ilimitadas, es claro, ese no tendría a la larga no tendría ningún valor real ni virtual. No sería nada parecido al oro de verdad ya que sería fácil de conseguir.

Pero, y ¿si ese administrador no existe y aun así esa “moneda” virtual se parece en algo al oro de verdad y sus transacciones pueden ser totalmente anónimas? Y ¿si la gente, o al menos, mucha gente concuerda en que tiene valor de verdad? Entonces las transacciones con esa moneda se parecerían a transacciones en efectivo potencialmente escurridizas para la Administración Tributaria. Pero, a diferencia del efectivo, una moneda que fácilmente y sin límites establecidos de operaciones por día, pueden atravesar fronteras reales.

Pues precisamente algo como eso es Bitcoin. Una moneda virtual, cuya tasa de conversión a moneda real creció 50 veces en un año y sobre la que comentaré un poco más en el siguiente Post.

Saludos y suerte.

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