El rey pálido y las administraciones tributarias

«Esta serie de Blogs se preparó antes del estallido de la Crisis del coronavirus. Confiamos en que esta publicación sea de interés para fortalecer las capacidades de las Administraciones Tributarias mediante la utilización de las TIC durante este periodo.»

Capítulo 2. Marco Conceptual: Las funciones de la Administración Tributaria
Las TIC como Herramienta Estratégica para Potenciar la Eficiencia de las Administraciones Tributarias

Me pide Raúl Zambrano, que es un entusiasta de la administración tributaria,  que escriba un post “ameno” (sic) sobre el “Marco Conceptual: Las funciones de las administraciones tributarias”.

Esta solicitud me llega cuando estoy enfrascado en la lectura de una novela muy interesante de David Foster Wallace, el Rey Pálido, del que la critica dice: El escenario de la novela es la Delegación de Hacienda de Peoria, Illinois, en el Medio Oeste norteamericano, a mediados de la década de los ochenta. Wallace fija su atención en un grupo de funcionarios que el azar ha reunido allí. La premisa que ha elegido es de una audacia narrativa insólita: lleva a cabo un análisis exhaustivo del tedio existencial como ingrediente fundamental de la condición humana”[1].

Es más,  el autor, dice la crítica: “Presta atención a la cosa más tediosa que puedas encontrar (las declaraciones de la renta, el golf retransmitido por televisión) y un aburrimiento como no hayas visto nunca se te echará encima en oleadas y a punto estará de matarte”[2].

En estas condiciones psicológicas, en este estado de ánimo cuasi festivo provocado por esta gran novela,  me pregunto si es posible escribir un post “ameno” o “divertido” sobre el trabajo de las administraciones tributarias. Me temo que la respuesta inmediata es negativa. Les invito a hacerse la misma pregunta.

Pero al margen de este reto y de la respuesta de cada cual, las líneas anteriores me dan pié para preguntarme si los ciudadanos saben verdaderamente qué es lo que hacen las administraciones tributarias, cúales son sus funciones.

Esto es precisamente lo que pretende el Capítulo segundo del libro al que se dedica este post que describe, a modo de introducción y a grandes rasgos, las principales funciones de una administración tributaria: El registro e identificación de los contribuyentes, los servicios a los ciudadanos, el proceso de declaración y pago de los tributos, el control tributario, la recaudación forzosa, la practica de las devoluciones, la resolución de litigios y la contabilidad de los ingresos.

Establecer y mantener actualizado el registro de contribuyentes -con información detallada de los mismos y con las obligaciones de declaración y pago- o la asignación de un único número de identificación parecen tareas al alcance de cualquier administración moderna, pero si profundizamos en el desempeño de nuestras administraciones vemos que no es así.

El diseño e implementación de los servicios al contribuyente cada vez más desformalizados, con mayores posibilidades de interacción con el contribuyente, con sistemas, por ejemplo, automatizados de preguntas y respuestas por medio de tecnologías cada vez más avanzadas que desafortunadamente no son sencillas de implementar ni están al alcance de muchos países.

Las declaraciones prellenadas y, en general, las medidas para la reducción de los costes de cumplimiento de las que tanto se ha escrito y sobre las que tanto cuesta avanzar -por la propia complejidad de los sistemas tributarios- son un reto que, por conocido y estudiado, no es menos importante. Al igual que el desafío que supone la incorporación de las cada vez más variadas  y potentes fuentes de información que han reconvertido a las administraciones tributarias en gestoras de datos que deben ser capaces de tratar y explotar.

La ampliación de los distintos medios y sistemas de pago en múltiples dispositivos y sistemas para diversificar las opciones de pago de tributos en un marco de transparencia y fiabilidad del sistema de cuenta corriente con el contribuyente exige de acciones coordinadas con el sector financiero envuelto en su propia evolución digital.

También se menciona en el capítulo la función de auditoría o control en profunda transformación, con más interacción entre distintas soberanías fiscales, técnicas menos intrusivas y esquemas de cooperación con los contribuyentes.

En esta ¿tediosa? descripción acelerada no podía faltar una mención a los procesos de recaudación forzosa y a la necesidad de su mejora y modernización para hacer frente a la enorme bola de deudas tributarias impagadas que en muchos países crece sin control al igual que la cantidad de litigios y disputas pendientes que obliga a implementar soluciones tecnológicas y a introducir medidas legales y normativas novedosas que impidan la aparición del conflicto o que favorezcan su pronta resolución.

Y finalmente, las administraciones tributarias en sus funciones tienen que cumplir con las normativas contables, financieras, de control interno y externo y ofrecer a los ciudadanos los más altos índices de transparencia y elevado desempeño ético, imprescindible para apuntalar la legitimidad de los sistemas fiscales y alcanzar el cumplimiento voluntario de las obligaciones tributarias.

Seguro que la mayoría piensa que todas estas funciones son muy aburridas, tediosas, carentes de riesgo y emoción o que son “muy grises” pero tengamos la esperanza de que, al margen de lo que a cada uno nos resulte más ameno o divertido, los ciudadanos piensen y sepan que todas estas funciones son imprescindibles para asegurar los recursos públicos suficientes para financiar las políticas públicas, para mejorar la calidad y el nivel de los servicios públicos y las condiciones de vida de los ciudadanos a los que las administraciones tributarias sirven.


[1] https://elpais.com/diario/2011/11/26/babelia/1322269942_850215.html
[2] https://www.megustaleer.com/libros/el-rey-palido/MES-021218

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Aclaración. Se informa a los lectores que los puntos de vista, pensamientos y opiniones expresados en el texto pertenecen únicamente al autor, y no necesariamente a su empleador ni a ninguna organización, comité u otro grupo al que el autor pertenezca, ni a la Secretaría Ejecutiva del CIAT. De igual manera, el autor es responsable por la precisión y veracidad de los datos y fuentes.

6 comentarios

  1. Antonio Seco Respuesta

    Excelente idea la asociación del tema del Capítulo 2 de nuestro «ICT as a ….» con este libro de D F Wallace. Estoy de acuerdo contigo, conocer el propósito mayor de una profesión puede proporcionar el «encanto» que por lo general es desconocido. Yo creía que la profesión de contador sería la más aburrida del mundo. Hasta que un amigo contador público me explicó todas las implicaciones de su profesión y su papel fundamental en la buena gestión del Estado.

  2. Ignacio del Río Angulo Respuesta

    Felicidades por el Blog Juan, si hay gente que se emociona con una retransmisión de golf, cómo no se van a poner los pelos de punta al poder dar al intro al confirmar una declaración¡¡ Muy buena la comparación con el libro de D F Wallace.

  3. Juan Francisco Redondo Respuesta

    Gracias Antonio. Quizá en estos momentos es aún más necesario disponer de administraciones tributarias fuertes que sean capaces de adaptarse a esta situación.
    Saludos

  4. Juan Francisco Redondo Respuesta

    Gracias Ignacio. Desde luego recomiendo las lecturas tributarias pero para cuando os aburráis – a todos nos sucede- hay muchas buenas novelas por leer.
    Saludos,

  5. Gabriel Bordignon Respuesta

    Muy interesante su post Juan Francisco, especialmente cuando se pregunta en forma muy atinada si «los ciudadanos saben verdaderamente qué es lo que hacen las administraciones tributarias, cúales son sus funciones». Sinceramente creo que el común de la gente, es decir la gran mayoría de los ciudadanos que conforman nuestras sociedades desconocen la complejidad inherente a las funciones de administración tributaria. Sin embargo, aquellos que hemos tenido o tenemos la oportunidad de diseñar, desarrollar e implantar procesos de control o de gestión para una AT podemos dar fe que está muy lejos de ser una actividad aburrida y tediosa sino que, por el contrario, resulta un desafío de suma responsabilidad, difícil pero atrapante, y en especial capaz de producir un grado muy elevado de satisfacción profesional y personal cuando podemos comprobar que el trabajo que hemos realizado como AT ha cambiado para mejor una situación preexistente. Saludos

  6. Juan F. Redondo Respuesta

    Muchas gracias por tu comentario.

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